En los días siguientes a la Invención del Cuerpo de San Ildefonso se mostró a todo el pueblo, y por temor de que pudieran disputarlo los toledanos se le depositó en un lugar oculto de la iglesia de San Pedro, debajo de un altar que había en la pared izquierda del Coro, que tenía una tapa de hierro y dos verjas con sus cerraduras, el que sólo en aquel entonces era conocido por escaso número de personas que bajo juramento de guardar secreto vigilaban de día y de noche, las cuales eran dignidades de la S. I. de Zamora o Caballeros de los antiguos linajes de esta Ciudad, llevando la denominación de Congregación de los Cubicularios o Camareros de San Ildefonso.