La talla de Santa María de Esperina, de estilo tardorrománico, se venera actualmente, desde el primer cuarto del siglo XIX, en un retablo del Quinientos de la iglesia parroquial de Bárcena de Campos. Hasta esta fecha, la imagen presidía el altar de la ermita del mismo nombre, cuyo edificio se levantó a comienzos del siglo XIII, por los condes de Lara, en tierras del término de Bárcena.
La iconografía de la Virgen corresponde a la tradicional de la época de su manufactura. En ella se nos representa la imagen sedente de María acompañada del Niño, al que sostiene en su regazo. Ambas figuras son de madera policromada, destacando notablemente en ellas el marcado carácter popular con que el artista ha querido dotar a sus rostros. Las dimensiones que tiene este conjunto escultórico son aproximadamente de unos 75 cms., representando la peana una quinta parte de la dimensión total de la talla. De un primer análisis de la imagen, parece deducirse que el maestro o los oficiales del taller donde fue tallada la figura de Nuestra Señora de Esperina, dominan con evidente maestría la técnica precisa para la ejecución de las esculturas de Vírgenes románicas.
Desde la perspectiva artística, la imagen de Nuestra Señora de Esperina es, pues, de gusto románico-protogótico o, si se prefiere, tardorrománico. En base a la fecha del diploma de donación de la ermita, y basándonos en el propio modelo iconográfico de la talla, todo parece apuntar a que su factura corresponde al periodo cronológico que va desde finales del s. XII hasta el primer tercio de la siguiente centuria. Aunque algunos estudios, dirigidos por el profesor Martín González en la década de 1970, retrasan la realización de esta escultura hasta la primera mitad del siglo XIV.
Las primeras referencias gráficas y documentales que disponemos de esta talla medieval se remontan a la década de los años 30 del siglo pasado. Fue en esta etapa histórica cuando la diócesis palentina encarga a Navarro García la elaboración del catálogo artístico de las iglesias de la provincia. Los datos que se recogen en esta publicación sobre Santa María de Esperina son bastante escasos, circunscribiéndose tan sólo a una reproducción fotográfica de la imagen, en cuyo pie se afirma, de manera categórica, que es una Virgen sedente de estilo gótico.
Los estudiosos de la imaginería románica acostumbran en sus trabajos a clasificar las tallas de Virgen con el Niño con una variada tipología en función de la morfología que presentan las imágenes. Así, según la autorizada opinión de Weise, Cook y Gudiol, la escultura de Esperina corresponde al llamado modelo de Virgen vasco-navarra. Sin embargo, otros autores creen que este modelo de tallas vascas se difunde también por las cercanas tierras de La Rioja. Por consiguiente, los investigadores del Arte medieval piensan que el área geográfica de la difusión de estas imágenes románicas se centra en las comunidades autónomas del País Vasco, Navarra, La Rioja y en algunas provincias septentrionales de Castilla-León como Palencia, León e incluso algo más meridionales como es el caso de Valladolid.
Todas las tallas de este modelo geográfico son invariablemente sedentes y frontales, reposando la figura de la Virgen sobre una modesta banqueta. Mientras que en el caso de Nuestra Señora de Esperina descansa sobre un trono de sabiduría, de fuerte inspiración bizantina, de color bermellón. Nuestra Señora apoya sus pies en un pedestal también de color rojo. A lo largo de los brazos de este sillón curul el artista, o manos posteriores, han labrado sobre la madera la letra S. La presencia de este signo gráfico junto a una talla mariana parece simbolizar un movimiento de unificación entre el cielo y la tierra donde María, como intercesora nuestra ante la Providencia, une ambos elementos.
La indumentaria de María se compone de velo, camisa, túnica y manto azul. La Virgen lleva la cabeza cubierta por un velo corto de forma triangular que, a modo de toca, recoge el cabello y cae sobre los hombros y espalda. La camisa resulta imperceptible en muchas ocasiones como sucede en la imagen de Esperina, pero cuando aparece sobresale por las bocamangas de la túnica.
En cuanto a los atributos, las vírgenes del tipo vasco-navarro-riojano lucen siempre corona y son portadoras, además, en la diestra de un objeto simbólico (flor o poma), que se hace bien visible a través de la elevación de la mano con que muestran a los fieles dicho atributo. Sin embargo, Santa María de Esperina se aparta ligeramente de este modelo al haber escogido libremente el titular del taller el higo como símbolo.
En este modelo iconográfico, la Virgen, con la afectividad y protección de una madre, coloca invariablemente su mano izquierda sobre el hombro del Niño, al que sostiene en su regazo. La figura de Jesús acentúa, por su parte, el naturalismo de la imagen pues no tiene la frontalidad e hieratismo de María. El Hijo aparece sentado sobre la rodilla izquierda de la Virgen y gira su cuerpo hacia el lado derecho del espectador. Se representa al Niño con la cabeza descubierta, sin corona, y los pies descalzos. Su rostro es redondeado y el maestro que trabaja en la talla de Nuestra Señora de Esperina le dota de un incipiente esbozo de sonrisa. En esta imagen, Jesús ostenta en la mano izquierda un atributo, que es el Libro de los Evangelios. Este volumen del Nuevo Testamento se encuentra abierto por la mitad y en su interior se ha escrito en una letra usual humanística, muy desvaído el color negro de la tinta por el paso del tiempo, la frase latina Ego lux mundi. Mientras que con los dedos índice y corazón de la diestra el Niño bendice a los fieles. El atuendo de Jesús es muy simple, limitándose únicamente a la túnica.
La profesora Fernández-Ladreda Aguadé sostiene que la talla de Nuestra Señora de Esperina no pertenece a este modelo de vírgenes vasco-navarras-riojanas porque le falta una de las notas del tipo: el broche circular que ajusta el cuello de la túnica. Nosotros somos de la opinión de que la omisión del broche puede ser debida a una licencia del titular del taller; la misma que parece que se toma el maestro a la hora de reflejar el objeto simbólico que sostiene Santa María en su mano diestra.
Los estudios más recientes de imaginería medieval mariana se inclinan por pensar en un prototipo común de esta tipología. El origen del mismo se encontraría en la catedral de Burgos y no en Álava y Navarra como opinan Weise, Cook y Gudiol. Desde esta cuna en tierras burgalesas se difundirá a La Rioja, Navarra y País Vasco, donde llega entre los siglos XIII-XIV. En el momento de la aparición de la tipología de estas vírgenes –siglo XIII- el panorama de la plástica en los territorios de La Rioja, Navarra y País Vasco es francamente modesto, en tanto que Burgos se muestra como un importante foco escultórico donde trabajan artistas de altísimo nivel; por tanto, en condiciones mucho más adecuadas para influir sobre otros lugares y crear así obras modélicas, que pasarían a convertirse en arquetipos. La talla mariana que existía en el templo burgalés y que fue sustituida entre los años 1460-1464 sería, sin duda, el prototipo de la tipología.
Por la cronología de la fundación del santuario de Esperina –entre fines del siglo XII y primer cuarto de la centuria siguiente- se infiere que la manufactura de la talla que da nombre a la ermita corresponde a los primeros modelos surgidos del arquetipo existente en la catedral de Burgos. Además, podemos apuntar, como hecho muy probable, que el origen geográfico de esta imagen se halle en tierras de la citada provincia castellana. A favor de esta hipótesis tenemos la intensa relación que mantuvieron los donantes de la talla con la ciudad de Burgos. Así pues, es fácil imaginarse que el encargo de la escultura fuese hecho por la propia condesa Mayor y sus hijos a un artista castellano o foráneo, que tenía taller abierto en la zona de Burgos o en algún otro punto cercano de la ruta jacobea. Este anónimo tallista tomaría como modelo de Nuestra Señora de Esperina una imagen de María que se veneró hasta mediados del siglo XV en la catedral burgalesa.
Finalmente, hay que reseñar que la talla de la Virgen de Esperina fue sustraída de su actual emplazamiento el día 6 de enero de 1998. Un año después, en una operación de agentes de la Guardia Civil fue localizada la imagen dentro del maletero de un coche, que circulaba por el término de la localidad riojana de Haro. En el curso del mes de febrero de 1999, la Guardia Civil hizo entrega a los vecinos de Bárcena de la histórica talla que, desde la Baja Edad Media, presidió el altar de la ermita de Nuestra Señora de Esperina.
“La talla tardorrománica de la Virgen de Esperina”,
Bárcena de Campos (Palencia).
Artículo de Jesús Domínguez Aparicio.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
DOMINGUEZ APARICIO, J., Bárcena de Campos: Aproximación histórica, Diputación de Palencia, 2011
FERNANDEZ-LADREDA AGUADÉ, C., “Algunas reflexiones en torno a la vírgenes del llamado tipo vasco-navarro-riojano” en YARZA LUACES, J. (ed.) Congreso Internacional “La catedral de León en la Edad Media”, León, 2004.
GARCÍA Y BELLIDO, A., Ars Hispaniae: Historia Universal del Arte Hispánico, Madrid, 1950, t. VI.
MARTÍN GONZÁLEZ, J.J. (dir), Inventario artístico de Palencia y su provincia, Madrid, 1980, t. II.
NAVARRO GARCÍA, R., Catálogo de la provincia de Palencia, Palencia, 1939, t. III.
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