El que fuera cronista de la ciudad condal, D. Víctor Balaguer, nos habla en su libro "Las calles de Barcelona" (1865) de la Cofradía de San Marc Evangelista y de su Casa-Gremial, que por aquel entonces estaba en la calle de la Corribia, frente a la Catedral. El autor también trata otras cuestiones interesantes relacionadas con las normativas que imponía la municipalidad a los zapateros, como por ejemplo, la de no trabajar en domingo ni en día de fiesta.
"Hállase situada en esta calle, frente las
escaleras de la Seu o catedral, la casa del gremio de zapateros, que data del
1565, aun cuando hubo de ser renovada en 1740, según se deduce de esta fecha
inscrita en una gran plancha de cobre con una bota de montar, que tiene en su
centro el balcón del primer piso. La sala de dicha casa, que era la de las
reuniones, conserva aun la gradería de madera o sea los escaños que ocupaban
los cofrades en sus asambleas. Guárdase en esta sala el retrato del zapatero
José Torner, con el traje de conceller, por haber obtenido este cargo en 1676,
y un cuadro gótico, bastante notable, con las tres imágenes de san Abiá, san
Crispín y san Crispiniano, patrones del gremio.
Fachada primitiva de la Catedral de Barcelona, del siglo XV (Fotografía realizada hacia 1880) |
Era sin disputa el gremio de los zapateros
el más antiguo entre los oficios que formaron las primeras corporaciones
gremiales de Barcelona. Existía ya el año 1200, según auténticos testimonios,
pero Capmany no supo hallar reglamentos concernientes a su policía hasta 1311
en que el cuerpo municipal publicó una ordenanza sobre la manifestación que
todo zapatero debía hacer al comprador de la especie y calidad de cuero que
empleaba en los calzados, si era cordobán, badana o cabra.
En 1326 se publicó otra en la que se
prohibía vender, comprar y calzar en los domingos ni otras fiestas del año. En
1394 fue publicada otra para que los maestros y oficiales del oficio y los del
de chapineros formasen unidos un mismo cuerpo y una caja común de cofradía.
También en 1406 se dictó providencia para que los oficios de zapateros y
chapineros pudiesen tener dos cónsules anuales, los cuales pudiesen reconocer y
visitar las tiendas, con atribuciones para imponer penas a los falsificadores
de artefactos, o encubridores de materiales adulterados."
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Texto extraído de:
Las calles de Barcelona, Volumen 1
Víctor Balaguer, Cronista de Barcelona
Establecimiento
Tipográfico Editorial de Salvador Manero. Barcelona, 1865
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