La reforma de las Reglas de la Hermandad de "El Silencio" de Sevilla, llevadas a cabo por el que fuera su Hermano Mayor, Mateo Alemán y de Enero (1547-1615?), consagró algo tan importante como la forma de vestir de los nazarenos, cambiando las cabelleras y coronas de espinas por los capirotes con sus antifaces que, con modificaciones, han llegado hasta la actualidad. En “El Nazareno en la escultura barroca andaluza. Perspectivas de investigación desde la antropología, la iconografía y el arte", el historiador Juan Antonio Sánchez López destaca la importancia que ha tenido la Hermandad de "El Silencio" de Sevilla en el mundo cofrade de su ciudad, y por extensión en el resto de la geografía nacional, debido a las modificaciones acaecidas en sus Reglas:
Según el abad Sánchez Gordillo, la intención de los participantes en la estación penitencial no era sino configurar una presencia pública, personal e intransferible, en todo semejante a la de “la imagen de Nuestro Señor con la Cruz sobre los hombros, solo, sin otra alguna figura, con una túnica o vestidura de tafetán morada y todos los hermanos y Cofrades en su seguimiento”, provisto de soga de esparto y, preferentemente, con los pies descalzos. La reforma de las Reglas llevada a cabo en 1578 por Mateo Alemán, el célebre autor de la novela picaresca Guzmán de Alfarache (1599), consagró la referida caracterización de los nazarenos sevillanos con túnicas moradas, aunque sustituyendo las cabelleras y coronas de cambroneras originales por capirotes y antifaces del mismo color que ocultasen el rostro.
Cruz de Guía de la Hermandad de "El Silencio" (Fotografía: Raúl Doblado) |
El escritor también consumó, en 1579, el definitivo asentamiento de la corporación en la Capilla del Santo Cruxifijo en la Real Iglesia de San Antonio Abad, su actual sede, de tal forma que, cuando en 1642 se reforman nuevamente las “Reglas de la Insigne Cofradía del Dulcísimo Jesús Nazareno y Santísima Cruz de Jerusalén”, pasaba por ser una de las más prestigiosas hermandades sevillanas, al saber consolidar un modelo del todo ejemplarizante, y consecuentemente digno de ser imitado, por parte de las restantes fraternidades, al tiempo que iba generalizándose entre ellas el empleo del vocablo “nazareno” para designar a los participantes en la estación de penitencia.
Esta afirmación no se justifica únicamente por los aspectos estéticos-formales de la procesión, “acompañando una imagen que nos represente los pasos de nuestra salud, poniendo con toda veneración un sanctissimo Christo con su Cruz a cuestas a quien todos los hermanos vayan siguiendo”, sino por la importancia concedida a la preparación espiritual de la estación de penitencia, “el Jueves Santo a la tarde, a la una después del medio día, [cuando] nos juntemos en nuestro cabildo según es de costumbre. Y estando allí verdaderamente constrictos y confesados, comience el hermano mayor y los alcaldes con todos con todos los demás officiales y hermanos, cada uno de por sí, a dar la buelta por todos, abrasándose en señal de verdadero amor, los unos a los otros, pidiéndose perdón si por descuido se ubieren injuriado”. Al respecto, la archicofradía todavía conserva unos “billetes” impresos del XVIII con la fórmula del referido abrazo, perfecto trasunto del verificado entre el Nazareno y su Cruz, cuyo texto reza:
Dice el que abraza: Hermano mío, perdóname, porque Dios te perdone, y ámame, porque Dios te ame.
Responde el que recibe el abrazo: Hermano mío, yo te perdono, y te amo de buena voluntad.
En un principio, los cofrades de "El Silencio" se caracterizaron por usar túnicas de angeo de color morado y sin brillo, además de una tosca soga de esparto ceñida a la cintura y el rostro cubierto por una cabellera de cáñamo que sujetaba a las sienes una corona de espinas, como antes se ha señalado. Todos cargaban con una pesada cruz y llevaban descalzos los pies. Este singular atuendo, imitación del de Jesús de Nazaret, dio origen al nombre de "nazarenos" con el que designan en Sevilla a los penitentes de la Semana Santa, y es que con el paso del tiempo, se generalizó entre las cofradías sevillanas el uso del vocablo “nazareno” para designar a los participantes en una estación de penitencia.
Como ya sabemos, fue el propio escritor Mateo Alemán, quien redactó las nuevas Reglas, siendo luego aprobadas por una comisión de personas entre las que estaban Bartolomé Sánchez y Salvador Martín. En estas nuevas Reglas aparecían, entre otras cosas, la ordenación de la cofradía o las obras de caridad y rescate de los presos de la Cárcel Real, y fueron aprobadas el 24 de abril de 1578.
Fernando Gelan nos cuenta que en 1579, la Hermandad de "El Silencio" puso en práctica la nueva ordenación, en cumplimiento de lo dispuesto en las nuevas Reglas, introduciéndose el capirote bajo en las túnicas de nazarenos. Años más tarde, en 1586, la Hermandad de la Hiniesta implantaría el capirote alto para los penitentes. Con posterioridad la nuevas Reglas serían renovadas e ilustradas con pinturas de Francisco Pacheco del Río (1564-1644), quien fuera maestro y suegro de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660).
Nuestro Padre Jesús Nazareno, titular de "El Silencio" (Fotografía: panagarvill) |
Fernando Gelan nos cuenta que en 1579, la Hermandad de "El Silencio" puso en práctica la nueva ordenación, en cumplimiento de lo dispuesto en las nuevas Reglas, introduciéndose el capirote bajo en las túnicas de nazarenos. Años más tarde, en 1586, la Hermandad de la Hiniesta implantaría el capirote alto para los penitentes. Con posterioridad la nuevas Reglas serían renovadas e ilustradas con pinturas de Francisco Pacheco del Río (1564-1644), quien fuera maestro y suegro de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660).
Vida del Pícaro Guzmán de Alfarache (edición de 1681) |
Pero Mateo Alemán es recordado también por su obra Guzmán de Alfarache, publicada en Madrid en 1599 con un éxito rotundo, uno de los hitos de la novela picaresca, dónde estableció y consolidó los rasgos característicos de dicho género. La segunda parte fue publicada en Lisboa en 1604, con el título de Segunda parte de la vida de Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana. La popularidad que alcanzó esta obra en su tiempo fue de grandísima magnitud, hubo decenas de ediciones en el siglo XVII, además de tempranas traducciones al alemán, francés, inglés, italiano, e incluso latín. Mateo Alemán en 1608 obtuvo licencia para ir a México, ciudad a donde llegó mayor y cansado, y entró a servir al arzobispo fray García Guerra. En 1615 residía en la localidad mexicana de Chalco, y no se tienen más datos de él, por lo que probablemente debió morir poco después.
Bibliografía:
"El Nazareno en la escultura barroca andaluza. Perspectivas de investigación desde la antropología, la iconografía y el arte".
Juan Antonio Sánchez López
Publicado en La imagen devocional barroca: En torno al arte religioso en Sisante
Coordinadores: Pedro Miguel Ibánez Martínez y Carlos Julián Martínez Soria
Ayuntamiento de Sisante/Universidad de Castilla-La Mancha
Ediciones de Universidad de Castilla-La Mancha
Colección Cooediciones, 2010
Historia de la literatura española, vol. 2. Siglo de Oro: prosa y poesía.
Richard O. Jones
Ariel, Barcelona, 2000
Breve Historia Gráfica de las Cofradías de Sevilla. El Nazareno
Fernando Gelan
Diario ABC. 26-02-1980
Cruz de Guía. Exégesis profana de la Semana Santa de Sevilla
Manuel Sánchez del Arco
Editorial Nacional, 1943
Web de la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, Archicofradía Pontificia y Real de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén y María Santísima de la Concepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario