jueves, 18 de diciembre de 2014

Luis Carandell, cofrade de Atienza


Raúl Conde Suárez - 6 de Septiembre, 2002

La semana pasada moría en Madrid Luis Carandell (1), maestro de la palabra escrita y hablada. Vinculado fuertemente a la villa de Atienza, se hizo muy popular gracias a sus crónicas parlamentarias y a los artículos publicados en la columna que tituló con el célebre nombre “Celtibera Show”, en los albores de la transición. Los que le conocieron coinciden en que fue un hombre bueno, un periodista de tronío y un humorista serio.


Luis Carandell Robusté (1929-2002) en La Caballada de Atienza

La muerte del periodista y escritor Luis Carandell, afincado en Atienza (Guadalajara) desde hacía más de treinta años, ha caído como un jarro de agua fría porque creíamos todos que era inmortal. Estamos acostumbrados desde pequeños a oír que los espíritus buenos nunca mueren, así que uno ya se había hecho a la idea de que íbamos a disfrutar de don Luis por muchos años más. No ha sido así. El cáncer ha podido con su corazón. Seguiremos recordándole visitando las hemerotecas, pero ya no podremos otear el día a día a través de su habitual naturalidad.

La primera vez que le escuché en la radio fue en la tertulia de las tardes que se emitía en la extinta Antena 3. Contaba yo con 11 años, más o menos. Miguel Ángel García Juez dirigía aquel programa en el que también participaban, entre otros, Alfonso Ortuño y Fernando Vizcaíno Casas. Hablaban de lo divino y de lo humano. De lo mal que lo hacía el Gobierno, socialista entonces, y de lo maravilloso que es nuestro país. Carandell aportaba su caudal de conocimientos. Oírle disertar era una delicia porque hacía buena aquella máxima que canta la humildad de quién más sabe. El efecto sonoro que producían sus palabras era similar al traqueteo del agua: una cascada de cultura con la que siempre nos descubría algo nuevo, algo recóndito muchas veces, algo inescrutable para el común de los españolitos. Pasé grandes tardes escuchando a los clásicos mientras merendaba y aprendía a saber hablar y callar.

Apasionado de Atienza

Luis Carandell llegó a Atienza en 1970. A bordo de un coche sencillo, que él solía llamar el cuatro latas, quedó prendado al instante por la belleza de la histórica villa serrana. Se interesó por una casa, la compró a la familia Asenjo y desde entonces su vinculación con el pueblo fue creciendo hasta el punto de estar considerado uno de sus vecinos ilustres, aunque no recibió el nombramiento de hijo adoptivo, muy probablemente, por descuido de sus autoridades.

Luis Carandell
(Fotografía: Agencia EFE)

Carandell pertenecía a La Caballada (2) y todos los años que podía salía a caballo en esta tradición que le tenía subyugado. La Caballada es una de las dos fiestas alcarreñas la otra es el Festival Medieval de Hita- que están declaradas de Interés Turístico Nacional. Tiene una enorme popularidad y congrega cada año a multitud de visitantes y curiosos. La celebración rememora, desde hace 800 años, la salvación del rey niño Alfonso VIII de Castilla gracias a los arrieros cofrades de la Santísima Trinidad, San Julián y San Isidro. En el último libro publicado por el fallecido, titulado Diez siglos, diez historias, incluyó a La Caballada en el capítulo correspondiente al siglo XII, porque decía que lo definía muy bien: un siglo movido, con muchos datos, muy difícil de resumir; era una España dividida en reinos y musulmanes luchando contra cristianos, etc., según confesó en la última entrevista publicada en un medio de nuestra provincia, en el periódico Guadalajara Dos Mil.

Nada más llegar al pueblo se hundió la iglesia de la Trinidad. El párroco Agustín González recuerda que Carandell tomó parte en su rehabilitación. Se hizo eco del asunto, publicó varios artículos y tensó los hilos para que, al cabo de dos meses, la parroquia recibiera una subvención de 22 millones de pesetas. Por cosas como éstas, y por su carácter sencillo y risueño, fue una persona querida, respetada, admirada. Era fácil encontrarlo jugando al mus en alguna tasca del pueblo. Y cuando quería escribir, no tenía más que encerrarse en su casa. Sabía que Atienza era el lugar adecuado para trabajar y descansar en paz.

Un periodista de raza

Nacido en Barcelona en 1929, tenía 73 años cuando moría en Madrid el pasado jueves 29 de agosto. Había perdido 30 kilos y el cabello fruto del tratamiento de quimioterapia. Más de medio siglo le avalan en la profesión. Ejerció de corresponsal en El Cairo, Tokio, Moscú y Estrasburgo. Más adelante empezó a colaborar en la revista Triunfo, bastión de la izquierda en los tiempos de la agonía franquista y en los que publicar artículos contra el régimen requería prudencia y talento. Carandell tenía todo eso y, además, una ironía finísima, muy inteligente. Bautizó su columna con el título de Celtiberia Show y allí completó un inventario colosal de frases, lemas y leyendas de la España cañí. En el fondo se trataba de un retrato sociológico brillante y muy próximo de aquél lejano país; un catálogo de los horrores cotidianos según Joan Barril- donde se encuentra la verdadera obra ideológica del dictador y la lucidez de mirar atrás sin ira.


Luis Carandell
(Fuente: Círculo de Bellas Artes)

Otro periodista catalán, Llàtzer Moix, escribe que Carandell no era Larra, ni Forges, pero reunía lo mejor de ambos. Manuel Vicent declara que consiguió salvar los obstáculos para caer bien a todos. Es una virtud que comparte con profesionales como Manu Leguineche. Hacen su trabajo, y lo hacen de manera excelente. Al tiempo, conservan una habilidad especial para no enfrentarse a nadie.

Luis Carandell publicó varios libros y estaba preparando el segundo volumen de sus memorias cuando le ha llegado la despedida. Las cenizas yacen en su patria chica, su Atienza del alma. Las cofradías de La Caballada y el pueblo atencino harían méritos si son capaces de guardar la memoria de un apasionado de Guadalajara. Recuerdo que en una de sus colaboraciones en el programa La Ventana de la SER, entrevistando a José Bono, Carandell le preguntó si había visitado algún día los pueblos de la Sierra, y citó a Condemios de Arriba, Condemios de Abajo y Cantalojas. El presidente contestó que sí, que los conocía perfectamente y envió un saludo a su compañero y amigo Chispa (cito palabras textuales). El maestro le pidió que nunca olvide a esta tierra necesitada. Y nosotros no olvidamos al maestro.



Notas propias de Antiguas Cofradías:

1.- Luis Carandell (Barcelona, 1929 - Madrid, 2002) fue nombrado en 1993 Hermano Caballero Honorario de La Caballada, asumiendo la dignidad de prioste de La Caballada atencina en 1994.

2.- En el año 1162, estaba sitiada Atienza por el ejército de Fernando II, ansioso de apoderarse del infante Alfonso VIII, heredero del trono de Castilla. Los atencinos idearon una estratagema para salvar al futuro rey: disfrazándolo de arriero, partieron con él a caballo, y pasaron ante las fuerzas leonesas, simulando una romería. Hoy en día los vecinos vuelven a salir cada año de Atienza, en su Caballada que cuenta con más de nueve siglos, vestidos con capa y sombrero, seguidos por las gentes de a pie. En la misma romería improvisada en el s. XII, que hoy hace real la Cofradía de la Santísima Trinidad o de La Caballada, llamada antes de arrieros y dedicada a San Julián, cabalgando desde la Villa hasta la Ermita de la Virgen de la Estrella Estrella. Por la tarde se celebran las tradicionales carreras de caballos.



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Fuente:
http://alcarria.com/2002/09/luis-carandell-cofrade-de-atienza/

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